Roscos de Vino, o lo que sería mejor, Roscos de Vino de la Abuela.
Y es que esta receta, que os traigo con tanto cariño, son los tradicionales roscos de vino de Navidad, que preparaban y preparan nuestras abuelas y aquí, mi pequeño homenaje a todas ellas.
Sabéis que me pierde un dulce tradicional, un plato de siempre, el olor a hogar y como no, unas Navidades en familia, sobre todo si son cocinando.
El año pasado, un buen amigo me invitó a pasar un día cocinando roscos y mantecados con una abuela de la sierra de Pozo Alcón, y como podéis comprender no me lo pensé dos veces.
Una señora llena de vitalidad, de carácter y sabiduría, que rápidamente nos pudo a trabajar a destajo para hacer roscos de vino en su horno de leña. Nunca pensé que pudiésemos hacer tantos roscos en una sola jornada. Pero sin duda ha sido y será una de las experiencias gastronómicas más bonitas que he vivido, y pena que este año el Covid no nos permita repetir.
Un vaso y sus “puñados” son su única forma de calcular las cantidades, y os digo, que las cantidades eran industriales. Pero aquí solo funciona la famosa frase de las abuelas …”Harina la que admita”…
Desde ese día, he tenido la necesidad de reflejar sus roscos de vino, y no por plagiarlos, si no porque una receta así tiene que perdurar en el tiempo, tiene que pasar de familia en familia y de generación en generación, porque hay muchas formas de hacer roscos de vino, no lo dudo, pero estos, son los Roscos de Vino de la Abuela y así los conocemos ya en casa.
Si me seguís por Instagram @eldulceobjetivo ya sabréis que llegar hasta dar con las cantidades exactas, no ha sido un trabajo fácil, yo no tengo esa habilidad de “harina lo que admita”, pero a testarudo no me gana nadie (bueno, mi madre si) y no he parado hasta dar con el rosco de vino perfecto en la versión de la abuela, todo medido y pesado para que quede siempre prefecto (lo se, pierde el encanto, pero tenemos que adaptarnos a la vida moderna)
Solo falta el aroma que da el horno de leña, pero lo medio arreglamos con algunos trucos.
Bueno, y después de haberos contado media vida, no sé como aguantáis mis post jeje, delantales, familias unidas (recordar que este año solo familia del mismo núcleo familiar jeje) y a cocinar con los peques, que esto es para pasarlo bien y aprender. ¡Arrancamos la receta!
Una receta con historia, con solera y tradición, adaptada a nuestros ritmos de vida y hornos industriales (quien tenga horno de leña que ni se lo piense).
Una receta, que para muchos puede pasar desapercibida pero que cuenta mucho más que un simple rosco, es la receta y la historia de tantas y tantas mujeres que con solo tres ingredientes y lo que tenían en casa, eran capaces de endulzar la vida de todas sus familias.
Es la receta por la que siempre estaré agradecido a mi amigo, por llevarme a lo más alto de sierra a conocer a una señora adorable, la receta de Dionesta.
A vosotros que os voy a contar, que estaré encantado de poder leer que os parece y solucionar vuestras dudas.
Y aunque siempre os lo digo, esta vez más especialmente, compartir esta receta, porque es merecedora de llegar a todos los rincones y hogares para que la puedan disfrutar.
Yo os mando el más dulce de los besos y os deseo todo lo mejor.
Recordar que ¡Compartir es vivir!
Un beso familia.
4 Comentarios
Muy buenos.. Los hice. Me trae añoranzas porque los hacía mi abuela y mi mamá, andaluzas.
Que bonito. Objetivo conseguido entonces, porque lo que quiero es que no se pierdan esas maravillosas elaboraciones de nuestras madres y abuelas. Me alegra mucho que te hayan gustado. Un besazo
Holaa!!
Quiero para estas navidades atreverme hacerlas, no hay cosa mas rica que disfrutar de un buen roscón de vino.
Es mi primer vez, y disculpa mi ignorancia, pero no se lo que es aceite de oliva (eso si se lo que es ..) pero frito no…
me lo podrías aclarar? Un fuerte saludo desde canarias
Buenas tardes, me alegro a mucho que te guste.
En la propia receta tienes el enlace que te lleva a saber cómo prepararlo. No obstante no es más que aceite de oliva, que anteriormente ha sido puesto al fuego con la piel de una naranja o limón para que cuando esta esté frita, se aparte y se deja enfriar para después poder usarlo.
De esta forma, el aceite estará cocinado y no crudo, que puede sentar mal al estómago.
Espero haber podido solucionar la duda.
Un abrazo fuerte